Cuerpo

Adaptación del sistema cardiovascular al ejercicio físico

El aumento de capacidad de trabajo por cuenta de la adaptación periférica puede realizarse por vía hemodinámica y metabólica.

Las transformaciones hemodinámicas se deben a la mejor capiralización, al desarrollo de los colaterales, a la mejor distribución de la sangre en el organismo y en los músculos. La mejor capiralización está relacionada con la intervención de capilares que no funcionaban anteriormente, con el ensanchamiento y el alargamiento de los capilares en funcionamiento, así como con la formación de nuevos capilares.

En estudios científicos se observó un ensanchamiento de los capilares aislados, y luego la salida de gérmenes y el crecimiento de nuevos capilares. El aumento de la actividad de los fermentos aeróbicos superaba la transformación de los capilares.

Hay que destacar que las fibras musculares con un gran número de mitocondrias están rodeadas de capilares cuyo número superaba los valores medios. Se ha descubierto un estrecho vínculo entre la capacidad aerobica y el número medio de capilares por fibra muscular.

En las personas entrenadas se observa tanto un mayor consumo de oxígeno como un mayor número de capilares por cada fibra muscular.

En los deportistas se produce, bajo el efecto de una carga tensa, una nueva distribución de la sangre intramuscular, lo cual está relacionado tanto con la mejora de la coordinación en la actividad de las distintas unidades motoras, como con la mejora de la circulación de las unidades motoras que intervienen en el trabajo.

La adaptación metabólica al trabajo de carácter aeróbico incluye el incremento de la cantidad y del tamaño de las mitrocondrias, el aumento de la actividad de los enzimas oxidativos, el aumento del contenido de hemoglobina y de mioglobina, el aumento del contenido intramuscular en glucógeno.

ADAPTACIÓN METABÓLICA AL EJERCICIO

En el músculo entrenado, la densidad del volumen de las mitocondrias puede aumentar bruscamente. Ello se debe a que en los deportistas que adoptan cargas para trabajar la resistencia, en relación a las personas que no practican deporte, se observa un aumento de la parte de las mitocondrias de 15-22%; de la superficie de las mitocondrias en el tejido muscular de un 35-45%; y en la superficie de las crestas mitocondriales de un 65-75%.

El aumento del tamaño de las mitocondrias y de la concentración de crestas provoca el incremento de la capacidad oxidativa de las células musculares, favorece las condiciones para la difusión de los sustratos, gracias a lo cual aumentan las capacidades de las células para utilizar el oxígeno, para producir y acelerar la utilización de la energía.

El aumento de la densidad de las mitocondrias tiene especial importancia porque, junto al aumento de la capacidad de los sistemas de circulación y de respiración exterior, hace aumentar la capacidad aeróbica del organismo: aumenta su capacidad para utilizar el oxígeno y realizar la nueva síntesis aeróbica del ATP, indispensable para el funcionamiento intensivo del aparato locomotor.

El incremento de la capacidad aeróbica del organismo se suma al de la capacidad de los músculos para utilizar el pirúvico, formado en grandes cantidades bajo el efecto de cargas que activan la glucólisis.

Ello evita el aumento de la concentración de lactato en sangre, el cual, como sabemos, es el factor que limita el trabajo físico. En particular, el lactato es inhibidor de las lipasas y el aumento de su concentración en sangre frena la utilización de las grasas.

El aumento de la utilización del pirúvico en las mitocondrias evita una mayor concentración de lactato en sangre, moviliza y hace utilizar los ácidos grasos en las mitocondrias, lo cual permite elevar al fin y al cabo el nivel de máxima intensidad y duración del trabajo.

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