La enseñanza de todo lo que esté relacionado con la nutrición es que has de estar atento a lo que comes el cien por cien del tiempo. Ésa es la clave esencial para llevar a cabo una dieta sana y tener un cuerpo saludable. Pero sin agobiarse. Procurando no dejarte llevar por el instinto.

Piensa que el apetito no es un capricho que tu cuerpo utiliza para tentarte y obligarte a engordar. Al contrario, es una alerta activada por tu organismo para informarte de que cierto nutriente escasea dentro de ti y que ha llegado el momento de que le pongas remedio. Por eso el cuerpo te pude un alimento rico en nutrientes en cuestión. Si eres mujer y has estado embarazada lo sabrás mejor que nadie, pues en más de una ocasión habrás tenido antojos de lo más curiosos. Y es que crear una nueva vida requiere una alimentación más rica en los distintos nutrientes.

De esta forma, cuando te apetece algo, hay que darle gusto al cuerpo. Pero ¡que esto no se te convierta en una invitación al libertinaje! Hay que vigilar las cantidades, pues una cosa es la necesidad real y otra el hambre descontrolada. No te prives de lo que te apetece, pero tómalo en una medida mucho más controlada de lo que lo hubieras hecho antes de leer esto. Y si tienes dudas, porque ese algo engorda una cosa mala, entonces pregunta a tu cerebro consciente.

Es verdad que a veces es más fuerte la ansiedad derivada de la prohibición de algo que la propia necesidad. Por eso, siempre recomiendo el siguiente truco: que cuando te apetezca un alimento no recomendado te lo comas al día siguiente. De este modo, si el antojo está justificado seguirás teniendo ganas de satisfacerlo. Pero si es un ataque de gula injustificada, habrá desaparecido por completo.

🍔 Dos comidas libres a la semana

En todo caso, y para quitar hierro a esto de la dieta, yo siempre recomiendo hacer hasta dos comidas libres (trampas) a la semana. Por muy bien diseñada que esté una dieta es necesario dejar también que el cuerpo se exprese con libertad. Y es una obligación tuya que lo escuches, porque debe estar reclamando algún nutriente que le hace falta.

También vale la pena dejar comidas libres en la cuestión de las cantidades. Hay que sentirse saciado alguna vez que otra. Así se evita la molesta sensación de que nunca más vas a poder comer relajado en cuanto a la cantidad se refiere. Es la mejor manera de evitar los atracones provocados por el síndrome de abstinencia. En otras palabras, es como una válvula de escape que te ayudará a regular la presión de cuidarte. Cada vez que tengas el impulso de comer algo no recomendable, sólo tienes que pensar en que en el fin de semana, durante una de esas dos comidas libres, podrás desquitarte. Se te quitará el ansia de no poder probarlo.