Sea en el supermercado o en la pequeña tienda del barrio, hay que saber siempre qué se compra. A facilitarnos la labor vienen las etiquetas de los productos, pues no todo el mundo está obligado a conocer cuántas kilocalorías tiene cada ingrediente o alimento.
La normativa mundial obliga a proporcionar la información nutricional de una forma clara y fidedigna en los envases. Eso nos facilita conocer de primera mano la composición de lo que comemos. Por eso, debes aprender a leerlas correctamente. En la parte superior de las etiquetas verás que vienen indicados los siguientes datos: kilocalorías y gramos de hidratos de carbono, grasas y proteínas. La información casi siempre viene indicada por 100 gramos de producto, pero a veces aparecen dos columnas: una que informa de las cantidades de esos 100 gramos y otra que presenta los componentes de una unidad de producto. En las filas, se suele encontrar la siguiente información:
✔ Las Kilocalorías: (kcal), acompañadas de su equivalente en kilojulios (kJ), una unidad dirigida a medir energía, calor y trabajo.
✔ Los Hidratos de Carbono: contiene un apartado que dice «de los cuales azúcares», en el que que señala la cantidad de esos hidratos que vienen en forma de azúcares. Es un dato importante por el tema del índice glucémico. Lo hidratos tienen unas 4 calorías por gramo.
✔ Las Proteínas: suelen tener un valor más bajo, salvo que hablemos de productos de origen animal. Al igual que los hidratos, tienen unas 4 calorías por gramo.
✔ Las Grasas: tienen también un desglose en las etiquetas, «de las cuales saturadas», que son las que no benefician en nada a nuestro organismo. Las grasas aportan 9 kilocalorías por gramo.
Vistas las kilocalorías de cada gramo de componente a igualdad de gramos, las grasas aportan muchas más kilocalorías. Por eso, si las pirámides nutricionales recomiendan que, como máximo, un 25% de las kilocalorías sean en forma de grasa, estamos hablando de que por cada 100 gramos sólo unos 10 sean de grasa.
Para que todo te quede más claro, algunos envases incluyen también otro tipo de información muy valiosa en sus etiquetas. Me refiero a la CDR, sigas de Cantidad Diaria Recomendada, que no es otra cosa que lo que su nombre indica: la cantidad de un nutriente que una persona sana debe ingerir por término medio cada día, a través de la dieta, para mantener un buen estado de la salud.
Ten en cuenta que por sana se entiende la persona cuyo estado de salud es bueno. Y, abría que añadir, que se halla «en condiciones normales», pues si estás embarazada o en periodo de lactancia no entras dentro de esta categoría, no porque estés enferma, sino porque se considera una situación excepcional que hace que tu organismo tenga otras necesidades nutricionales. Niños y adolescentes tampoco estarían contemplados. Lo que no debe pasar en ningún caso es que la composición de los alimentos se convierta en una obsesión.