Sobrepeso y Obesidad son dos cosas muy parecidas, pero que también tienen algunas diferencias. En ambos casos hacemos referencia a una acumulación excesiva de grasa en el cuerpo, aunque el segundo concepto está relacionado con algo más severo y difícil de combatir.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), «una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud». Por ello, existen diferentes parámetros que nos ayudan a definir si tenemos sobrepeso u obesidad. El Índice de Masa Corporal (IMC) o el Índice Cintura-Cadera (ICC) son dos de los más conocidos.

El IMC es un método utilizado para estimar la cantidad de grasa corporal que tiene una persona y determinar, por tanto, si el peso está dentro del rango normal o no. En este sentido, la OMS cataloga el sobrepeso en un IMC superior o igual a 25, cifra que se eleva hasta 30 en el caso de la obesidad.

Sin embargo, algunos expertos no lo consideran un buen indicador porque no tiene en cuenta la composición corporal del paciente ni sus niveles de grasa. Solamente está basado en la talla y el peso de las personas.

El ICC, por su parte, es un indicador de la grasa visceral del paciente. Se mide en centímetros en el punto medio entre la última costilla y la cresta ilíaca en el paciente de pie y en espiración. Es un buen marcador para ver la tendencia a almacenar grasa en la zona que supone un mayor riesgo para su salud, que es la abdominal.

Este parámetro sirve también para evaluar el riesgo cardiovascular de las personas. En concreto, las mujeres con un ICC superior a 88 centímetros presentan un riesgo cardiovascular alto, mientras que el de los hombres se sitúa en 94.

¿Cómo saber si tengo Obesidad o Sobrepeso?

Un estudio de la American Journal of Epidemiology demostró que pacientes sin sobrepeso, según el IMC, pero con el ICC elevado, tenían un riesgo cardiovascular un 20% mayor que aquellos con un parámetro de cintura adecuado.

«El exceso de peso aumenta la probabilidad de numerosas enfermedades que están vinculadas a una mayor mortalidad. Se incluyen, entre otras, la diabetes tipo 2, las patologías cardiovasculares, la enfermedad renal crónica, la hiperlipidemia, la hipertensión, la enfermedad del hígado graso no alcohólico, trece tipos de cáncer, la apnea obstructiva del sueño, la osteoartritis y la depresión», explica la experta en nutrición Lilliam Flores.

Tanto las personas con sobrepeso como con obesidad están expuestas a sufrir las distintas comorbilidades asociadas. Sin embargo, dentro de esta relación se deberá tomar en cuenta la variabilidad individual (estilo de vida, alimentación y hábitos), así como la predisposición genética.

Teniendo en cuenta esto, la nutricionista alude a diferentes hormonas involucradas en distintos procesos metabólicos que pueden estar desreguladas, lo que afecta en mayor medida a la acumulación de grasa corporal. Entre otras, hablamos de la leptina, el cortisol, los estrógenos, los andrógenos o la hormona del crecimiento.

Según la especialista, «este almacenamiento de grasa excesiva conduce a reacciones de estrés celular, algo que lleva a la liberación de factores proinflamatorios». Como consecuencia, todo ello acaba alterando nuestro sistema inmune.

Queda claro que ambas patologías comportan un riesgo, aunque este será mayor en la obesidad, puesto que habrá más acúmulo de tejido adiposo y, por tanto, una mayor descompensación.