Michael Jordan es uno de los mejores deportistas de todos los tiempos. El estadounidense marcó un antes y un después en la NBA, razón por la que es considerado por muchos como el mejor basquetbolista de la historia.

Ganó 6 anillos con Chicago Bulls, 10 títulos de máximo anotador, 5 MVP de la temporada y 6 MVP de las Finales. Con 1.98 metros de altura, siempre se mostró como un hombre fuerte dentro de la cancha. Sin embargo, afuera de ella ha dejado en evidencia que es una persona noble y que también tiene miedos, como cualquiera de nosotros.

Él mismo confesó sus temores en una entrevista con la revista ‘GQ’. «A veces me despierto en medio de la noche por malos sueños. Siempre es algo que he hecho. He robado un banco. O he consumido cocaína, o he sucumbido a las presiones de las drogas. O sentí la presión de beber. Todo esto son pesadillas», reveló Michael.

«Son pesadillas en las que me sucede algo terrible que destruiría un montón de sueños de muchas personas o la concepción que tienen de mí; esa es la pesadilla más grande que vivo todos los días. ¿Qué pasa si cometo un error? ¿Cómo podría verse eso?

Todo el mundo cree que es fácil ser Michael Jordan con todas las cosas buenas que me suceden, pero las cosas que más me asustan son las cosas malas, las cosas que derribarían a Michael, la imagen de Jordan. Ese es el mayor temor al que me enfrento», agregó el legendario escolta.

El origen de la Acuafobia de Michael Jordan

El ex-deportista norteamericano se encargó de desvelar, en una entrevista concedida a la revista ‘Playboy’ en 1992, los motivos de su miedo al agua. Un trágico suceso que ocurrió cuando era un niño:

«Un día fui a nadar con un muy buen amigo y nos divertíamos atrapando olas. En un momento, la corriente era tan fuerte que se lo tragó y él me agarró para no hundirse. Se llama ‘bloqueo de la muerte’, es cuando alguien puede morir y se aferra a lo que tiene al lado. Prácticamente tuve que romperle la mano porque me arrastraba y me iba a llevar con él. No pude salvarle y murió.

Tenía siete u ocho años. Ahora ni siquiera me acerco al agua. No nado, no me llevo bien con el agua. No me subo al barco si no tengo un chaleco salvavidas y no voy en botes pequeños. Me importa un bledo lo que piense la gente de esto. Todos tienen fobia a algo, y la mía es el agua. Ya no me meto en el agua, intento mantenerme alejado», confesó el mítico alero de los Bulls.

No fue un suceso aislado ya que cuando tenía 11 años, durante un campamento de béisbol para niños, se llevó otro gran susto durante una actividad en una piscina. Entró en pánico y tuvo que ser rescatado por el socorrista.



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Y aún sufrió un tercer incidente traumático con el agua. Fue en su época de universidad, cuando durante un receso de vacaciones, cuando todos se habían ido a casa, la que por entonces era su novia, también murió ahogada en el agua tras caer un rayo en la piscina. Esa fue la desgracia que terminó de forjar su odio al agua. Hasta tal punto que llegó a reconocer que alguna vez había sentido miedo al meterse en la bañera en su casa.

Michael trató de ocultar esto a sus amigos y no pocas veces inventó excusas cuando era hora de ir a la playa o a la piscina. Pero sus padres trataron de ayudarlo con este miedo y con el paso de los años reconoce que casi lo ha superado. De no ser así no tendría todas las embarcaciones de lujo, motos acuáticas y yates que posee ahora.