El nivel de entrenamiento es resultado de múltiples transformaciones en el organismo de los deportistas. Está constituido por un complejo de componentes orgánicamente interrelacionados: técnico, táctico, preparación volitiva y física, conocimientos, experiencia, y otros.

Sin embargo, los resultados de las competencias son solamente un índice general del nivel de entrenamiento. Para realizar el proceso de correspondencia, con las particularidades individuales de los deportistas, hace falta valorar el nivel de los componentes del entrenamiento recibido, buscando en él los aspectos débiles y los fuertes.

El estado de entrenamiento, que permite al deportista participar activamente en las competencias se conoce habitualmente como ‘forma deportiva’. La misma está determinada no sólo por los componentes señalados, sino por su armónica fusión. La forma deportiva deberá adquirirse hacia los comienzos del periodo de competencias del entrenamiento.

Es natural también la aspiración a lograr el nivel máximo de forma deportiva hacia los momentos de participación en las competencias de mayor responsabilidad. Este nivel se conoce como ‘forma deportiva superior’. Normalmente coincide con los más elevados logros deportivos.

La línea real de desarrollo de la forma deportiva es más compleja. Su rasgo más característico es su carácter ondulatorio, condicionado ante todo por la necesidad de elevar las cargas de entrenamiento en las semanas que preceden a las competencias y de disminuirlas después de ellas.

La elevación de las cargas de entrenamiento en la etapa precompetitiva anterior a las competencias de responsabilidad, no puede durar mucho tiempo. Los deportistas se ven enmarcados en periodos de tiempo muy estrechos, durante los cuales pueden elevar su preparación hasta niveles superiores.

LA CARGA SEGÚN EL NIVEL DE ENTRENAMIENTO

La carga, por su carácter e intensidad, deberá encontrarse, en lo fundamental, a un nivel cercano al competitivo e incluso algo más elevado. Pero incluso dos o tres sesiones a la semana con cargas de entrenamiento muy elevadas no pueden durar mucho.

El mejor momento para tomar parte en las competencias es a fines de la elevación de la capacidad de trabajo. Normalmente, la última semana precompetitiva con cargas de entrenamiento disminuidas, garantiza un más completo restablecimiento de todas las fuerzas y posibilidades del organismo y permite desplegarse con altos resultados durante las competencias.

En cada deporte la preparación precompetitiva está ligada a diferentes cargas de entrenamiento. Mientras menor intensidad se exija de los deportistas en las competencias, mientras menores sean los gastos de energía nerviosa, más prolongado puede ser el aumento del nivel de entrenamiento antes de las competencias.

Si en determinados deportes es posible la elevación gradual del nivel de entrenamiento desde las menores intensidades hasta las mayores, de un volumen considerable a otro menor, en otros, esto es imposible.

Por lo tanto, la elevación de las cargas de entrenamiento en la etapa precompetitiva garantiza una nueva elevación del nivel de entrenamiento. Sin embargo, en este caso hay que tener presente que, debido a que todos los componentes del entrenamiento están orgánicamente vinculados entre sí, el mejoramiento o empeoramiento de sólo uno de ellos se reflejará, indefectiblemente, en la capacidad de trabajo del deportista en su conjunto, elevándola o disminuyéndola.

El deportista multilateralmente preparado puede desplegar en las competencias todas las fuerzas que estuvo acumulando durante los entrenamientos.