Empecemos por quitarnos de la cabeza lo siguiente: si no sabes comer, ya puedes matarte haciendo sesiones maratónicas en el gimnasio, nunca conseguirás ponerte en forma. Por eso es muy importante que incluyas a tu vida cotidiana una alimentación sana, dicho de otra manera, que aprendas a comer bien y equilibrado.

De no hacerlo así estarás tirando por la borda todo ese esfuerzo que haces en el gimnasio. Y al revés. Si comes de fábula pero no obligas al cuerpo a que se mueva lo suficiente, tampoco vas a ser la envidia de nadie. La clave en todo entrenamiento es una buena alimentación y ejercicio constante. Y para que el primer punto sea una realidad, nada mejor que empezar por el principio: conocer aquello que nos llevamos a la boca. Si sabes de qué están compuestos los diferentes alimentos podrás variar su ingesta según tus necesidades.

😉 Cuidarse no debe ser un Esfuerzo

A veces, sólo escuchar la palabra «cuidarse» ya da pereza, algunas personas incluso se imaginan en el gimnasio exhaustos y con el cuerpo dolorido por las agujetas. Otras estarán frustradas porque en una alimentación sana no es muy conveniente comer tantas hamburguesas. Si eres de esos, a lo mejor te convendría sustituir la palabra «cuidarse» por otras como «quererse», «mimarse» o «educarse», todas ellas con connotaciones más positivas pero que a fin de cuentas tienen el mismo objetivo.

Si relacionas el hecho de hacer ejercicio y comer sano con la satisfacción de resultados todo resultará mucho más sencillo. Además, ten en cuenta que cuidarse no es algo que ocupe las 24 horas del día. Decidirse a cocinar un plato u otro no lleva más de un minuto, y lo mismo la decisión ir al gimnasio o quedarte en casa viendo la tele. Y si, es cierto que una vez en el gimnasio estarás más tiempo, pero una vez allí eso no te supondría ningún esfuerzo. Al contrario, mientras haces ejercicio aquello de «tengo que venir más».