Ir al supermercado y comprar cosas poco sanas no es una buena idea, por la sencilla razón que tarde o temprano te las acabarás comiendo. Un día abrirás el armario, verás allí una huérfana bolsa de papas fritas y, casi sin darte cuenta, te encontrarás abriéndola y comiéndote su contenido. Que está buenísimo, no hace falta que me lo digas, pero no es nada saludable. Y si caes en esta tentación, poco importa lo sanos que sean los otros productos que hayas comprado.

Por tanto, el éxito de una dieta estriba en saber qué compras y qué comes. Y eso es algo que empieza en el supermercado. Dicho de una forma más filosófica: «Eres lo que comes, y comes lo que compras». Si tienes siempre presente esta frase en tu cabeza prestarás mucha atención a aquello que pones en el carrito. Sin embargo, reconozco que no es fácil. Y no sólo por ti o por mí, que todos somos humanos y podemos caer en la tentación. Lo digo también por todo lo que nos rodea, especialmente cuando vamos a hacer mercado.

Piensa una cosa: las marcas comerciales y los supermercados quieren que consumas. Tu salud les da igual, es secundario y por eso, para lograr su objetivo, van a concentrar sus esfuerzos a generar en ti unas necesidades que no tienes ni tampoco deseabas antes de entrar en el establecimiento. Y lo malo es que lo que te incitan a comprar no es una caja de manzanas o una bolsa de tomates, sino más bien algún refresco hipercalórico o unos snacks que no lo son menos.

Cometerías un error, casi más grande que ceder de forma puntual a una tentación, si subestimaras la fuerza de la publicidad y el marketing. Su capacidad para hacer que adquieras o no un producto es muy fuerte y persuasiva, a veces estimulada por promociones o descuentos ante los que la resistencia es casi imposible. Y debe ser así, pues para ello invierten grandes cantidades de dinero en campañas publicitarias, en imagen y en posicionamiento en el mercado. Pero contra eso hay algunos trucos que te puedes ayudar a esquivar las tentaciones.

🛒 Consejos para el Supermercado

✔ Ve a comprar sin hambre. Es uno de los trucos más viejos, pero que mejor funcionan a la hora de hacer una compra saludable.

✔ Lleva una lista hecha desde la casa con lo que verdaderamente necesitas y no te salgas de ella bajo ningún motivo, razón o circunstancia.

✔ Intenta no ir al supermercado con niños. No sólo lo quieren todo, sino que además sienten una atracción especial por lo más hipercalórico, como las papas fritas, los caramelos y los helados.

✔ Paga en efectivo, pues así serás más consciente de lo que gastas. Y no lleves tampoco demasiado dinero contigo, sólo la cantidad más o menos tenías previsto gastar.

✔ Si aún así eres de los que no son capaces de resistir las tentaciones de los supermercados, sólo te queda una opción: no vayas. Hoy en día muchos establecimiento ofrecen la posibilidad de comprar a través de internet o el teléfono sin salir de casa.