El mundo del fitness está lleno de un sinnúmero de mitos que con el pasar de los años han tomado mucha fuerza en nuestra sociedad.

La falta de profesionales en los gimnasios y la fácil adquisición de la información a través de internet, han dado origen a una larga lista de creencias erróneas que terminan confundiendo a cualquiera.

En esta ocasión quiero hablarte de tres de éstos mitos que están relacionados con el entrenamiento de la fuerza y que debes tener muy cuenta para que puedas lograr tus objetivos.

La aclaración de estos temas la hacen los españoles Mikel Arce, Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, y Juan Corbalán, Director de la Unidad de Salud Deportiva de Vithas Internacional.

¿Las personas musculosas necesitan comer más hidratos de carbono?

El glucógeno es la forma en la que se almacena la glucosa y los dos puntos de almacenamiento son el hígado y el músculo esquelético. «Los grandes musculados aumentan estos depósitos con un consumo elevado de hidratos de carbono y porque estos favorecen la acción de la hormona de crecimiento, sobre todo tras los entrenamientos», indica Corbalán.

¿Si dejas de entrenar, la masa muscular se convierte en grasa?

«No. La masa muscular que no se trabaja adecuadamente a su hipertrofia se metaboliza y se pierde de forma fisiológica. Su pérdida importante a partir de una determinada edad produce exceso de piel y colgajos cutáneos y, en otras ocasiones, degeneración fibrosa con aumento del colágeno muscular», asegura Juan.

«Un músculo sin tono se ve fofo y eso puede dar impresión de ser algo graso. Si dejas de hacer ejercicio de musculación de golpe, todo eso que tenías se quedará blando. Si sigues trabajando a otras intensidades, irá bajando y la piel se adaptará otra vez. En definitiva, se necesita tiempo, igual que para aumentar, para disminuir», responde Mikel sobre el segundo de estos mitos.

¿Si hago mucho ejercicio no necesito hacer dieta?

«La realización de ejercicio produce una estimulación del apetito por lo que existe una tendencia al consumo de mayor cantidad de alimentos, en general hipercalóricos.

En el caso de las dietas para bajar de peso, este impulso fisiológico puede ser perjudicial dado que este incremento de la ingesta puede anular el efecto beneficioso del ejercicio sobre el peso e incluso estimular la ganancia», explica Arce.