Cuando hablamos de «estar en forma» la grasa corporal siempre termina siendo el malo de la película. Pero lo cierto es que el músculo bien tiene que comer y mal lo pasaría sin tener esta fuente para alimentarse. Y con él, nosotros. Por tanto, creo que, es momento de romper una lanza en favor del transcendental papel que tiene la grasa en el debido funcionamiento de nuestro cuerpo.

Las grasas son la opción más eficaz que tiene el cuerpo para almacenar energía. Eso es un hecho: 1 gramo de grasa tiene unas 9 kilocalorías, más del doble que 1 gramo de hidratos. Además, casi no necesita agua para conservarse en el cuerpo, de ahí que constituya la reserva energética corporal por excelencia. Y es una suerte, pues si conservásemos las energías en forma de hidratos, iríamos por ahí inflados como globos de agua.

A raíz de ello, podemos afirmar que la grasa es una forma de almacenamiento energético muy bien evolucionada y muy pero muy buena. Esa grasa que seguro que ahora ves ya con otros ojos, se almacena en unas células llamadas «adipocitos», que aumentan o disminuyen su tamaño según la grasa que contengan. Por tanto, no olvides: no odies tu cuerpo por almacenar energía en forma de grasa. Te está haciendo un favor. En todo caso, reprochate a ti mismo y a tu falta de cuidado que ese almacén se haya convertido en un océano de grasa sin control.

💰 La salud es la nueva riqueza

Las estadísticas dicen que en los países desarrollados se está empezando a relacionar el sobrepeso con los niveles socioculturales más bajos. La obesidad es ya considerada la gran epidemia del siglo XXI. Por este motivo, las administraciones están tomando medidas preventivas similares a las que se adoptan para evitar el tabaquismo. Por eso, en la actualidad estar en forma es considerado una nueva riqueza; la riqueza de sentirse bien, de sentirse seguro con uno mismo; la riqueza de sentirse más joven, de poder hacer lo que quieras porque tu cuerpo te lo permite.