El secreto para tener un cuerpo del que te sientas orgulloso en el aspecto físico, pero que al mismo tiempo sea sinónimo de salud y bienestar, es tener siempre muy en cuenta que los seres humanos tenemos cuerpos parecidos en aspecto y casi idénticos en funcionamiento, pero que a la vez poseen unas características que lo hacen único. Dicho de una manera más breve y coloquial, lo bueno es sano y lo sano es estético.

Partiendo de ese hecho de que todos los cuerpos son parecidos (no iguales), pero al mismo tiempo diferentes, el primer paso para ponerte en forma es conocer tu propio cuerpo. Para ello no vale la pena compararse con los protagonistas de las portadas de las revistas, porque casi con toda probabilidad saldrás perdiendo y lo más probable es comiences a desanimarte. Es exactamente en casos como estos en los que aplica aquel dicho popular que reza que «las comparaciones son odiosas».

Claro, esos modelos que vemos en publicidad, pasarelas, estadios y revistas son una referencia, son la muestra más palpable de que tener una buena figura y estar en forma es posible. Es más, si los suyos no fueran cuerpos de 10 puntos dudo que protagonizaran esos anuncios o acapararan esas portadas. Pero aquí lo realmente importante es que tú eres tú y no tienes por qué parecerte a ellos como mínimo por dos motivos (que encontrarás después de la imagen) cuya importancia no debes menospreciar.

✔ Porque ellos trabajan con sus cuerpos, que es lo que les da de comer y por esa razón se dedican de forma profesional a cuidarlos.

✔ Porque hay que reconocer que esas personas han nacido con unas características apropiadas de peso y altura que lo más seguro es que no coincidan con las tuyas. Y aquí, qué remedio, entramos en el campo de la genética y poco podemos hacer para alterar lo que hay.

La conclusión está clara: dado que no tenemos la misma genética que esos afortunados, cae por su propio peso que no debemos compararnos. ¡Piensa en lo frustrante que sería tratar de imitar a otro cuerpo sin tener la constitución apropiada! Tal vez seas más alto, o más bajo, o más recio, o más delgado… Lo mejor que puedes hacer es tomarte como referencia a ti mismo. Si no lo haces así, siempre saldrás mal parado, tanto si tratas de equipararte a un supermodelo de la televisión como a tu vecino que va siete días a la semana al gimnasio. Tú eres tú, y eso significa que tienes tu propia genética que te define.