Varios son los cambios que se producen en los músculos al hacer ejercicio. Distintos experimentos han permitido demostrar la posibilidad de aumentar el consumo de oxígeno mitocondrial por cada gramo de músculo en un 65% como resultado de un entrenamiento duro en la cinta ergométrica.

El contenido de mioglobina en los músculos está vinculado a su capacidad oxidante. El entrenamiento aumenta sustancialmente la concentración de mioglobina en el tejido muscular. Por ejemplo, un entrenamiento durante 12 semanas puede elevar el contenido de mioglobina en los músculos que trabajan en un 80%.

Uno de los momentos cruciales de la adaptación muscular es el aumento del glucógeno en un 50-60% y más. Existe un estrecho vínculo entre la capacidad de realizar un trabajo prolongado y difícil de carácter aeróbico y la cantidad de glucógeno depositado en el músculo antes del inicio del trabajo.

Cuando se agotan las reservas de glucógeno muscular, la compensación se efectúa mediante el consumo de glucosa de la sangre y quemando las grasas.

Ante una carga cuya intensidad representa un 60-70% del VO2 máx, la cantidad de energía se consigue en un 50-85% mediante la utilización de los hidratos de carbono contenidos en el tejido muscular. Según se van agotando las reservas, aumenta la absorción de glucosa de la sangre que circula por parte de los músculos: de un 10-15% al principio del trabajo hasta un 50% en estado de cansancio pronunciado.

Es decir que en estado de fatiga, el glucógeno del hígado empieza a desempeñar el papel más importante.

EFECTOS DEL ENTRENAMIENTO EN LOS MÚSCULOS

Como resultado de un entrenamiento especial se producen en los músculos transformaciones que provocan el aumento de su capacidad de oxidar los ácidos grasos. Por ejemplo, el miocardio oxida los ácidos grasos más aprisa que el tejido muscular, y las fibras de CL más aprisa que las fibras de CR.

Los músculos entrenados oxidan más grasas con la misma concentración de ácidos grasos que los no entrenados. El entrenamiento transforma las capacidades oxidativas de las fibras de CR de tal modo que se produce la impresión de que se acercan por sus propiedades al miocardio cuya composición enzimática y contenido en mitocondrias la proporciona una gran capacidad para generar ATP por cuenta de los ácidos grasos.

La adaptación crónica de los músculos con cargas de carácter aeróbico no está relacionada con su hipertrofia. Al mismo tiempo en la superficie de la sección transversal se observa un aumento de las fibras de CL.

La efectividad de la adaptación a un largo trabajo aeróbico está asimismo condicionada por la organización de los turnos en el trabajo de unidades motoras con predominio del tipo lento. La mayor efectividad de la coordinación inter e intramuscular es una de las tendencias más importantes para lograr el ahorro. Ello predetermina en gran parte la posibilidad de ejecutar un trabajo durante un cierto número de horas.

Los deportistas, en relación a las personas que no se entrenan, demuestran un mayor ahorro no sólo cuando ejecutan un trabajo estándar, sino cuando la magnitud de la carga se expresa en porcentajes del máximo consumo individual de oxígeno.

Ello demuestra no sólo el incremento en el aporte de oxígeno a los músculos, sino una utilización más efectiva de éste.

Cuando se ejecuta un trabajo a una intensidad del 80% del VO2 máx, el contenido de lactato en sangre de las personas entrenadas es inferior al de las no entrenadas. El perfeccionamiento del ahorro del trabajo como resultado del entrenamiento se manifiesta en una menor disminución de la concentración de ATP y CP en el mismo nivel absoluto de una carga estándar.